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Hace poco, María Becerra subió una foto con la axila peluda y los haters de internet, la mataron. La misma semana Guillermo “el pelado” López contó que casi se desangra (lit) por afeitarse ahí abajo… 

Si la inmensa mayoría de los cuerpos tienen pelos, ¿por qué intentamos eliminarlos de nuestras vidas? 

Más temprano que tarde, los cuerpos (y más los feminizados) aprenden que los pelos y la belleza no caben en la misma oración. Ya desde muy niñas a las mujeres se les enseña a tener prolijo el cabello de la cabeza, y el bombardeo de piernas flacas y lampiñas en la tv hace que incursionemos, queriendo o sin querer, en la cultura de la depilación. 

 

La palabra depilación proviene del latín «depilāre» y puede traducirse como «arrancar el vello». 

 

Desde hace siglos, el canon de belleza impone que los cuerpos pulcros, puros e higiénicos son aquellos que no poseen un sólo vello demás. 

A raíz de los ideales de belleza en todo el mundo y en combinación con la cultura occidental, la depilación se convirtió en un ritual prácticamente obligatorio.

¿Se fijaron que en las publicidades de depilación, no hay pelos? Hace algunos pocos años, mostrar un pelos en donde “se supone que no había, era considerado bochornoso, el pelo era tan tabú que teníamos publicidades de productos para eliminar el vello, depilando un vello imaginario.

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Del otro lado tenemos a los varones cishétero, estrellas de la música y el fútbol, que empiezan de a poco a incursionar en el extraordinario mundo de la depilación. Como si entraran por su propia voluntad a la casa de los tormentos.

Si bien nadie está exento del abominable de los estereotipos, tampoco podemos negar que la depilación masculina es algo que pasa desapercibido completamente, nadie se fija si Messi estaba peludo en las últimas eliminatorias, pero sí se espantan cuando cazan infraganti a una modelo con vellos en las axilas. Si los pelos están ahí, pues bien. Y si no, pues también.

Los pelos existen, y no sólo en las piernas: hay pelos en todos lados. Piernas, axilas, cara, dedos y TETAS (sí, las chicas también tenemos pelos en las tetas) y cada vez hay menos pena de mostrarlos.

Para nuestra suerte, la libertad de poder decidir sobre nuestro cuerpo va acumulando conquistas, y esto gracias a la nueva ola de cuerpos no binarios y/o feminizados que tomaron algo que era motivo de vergüenza, para volverlo un signo de  fortaleza personal. Hoy hasta tenemos todo un movimiento, denominado “hirsuteness” (la tendencia de llevar el vello corporal sin pudor)  es que al sector de belleza no le queda otra que abrirse y ser más inclusivo.

Quedó claro que erradicar los pelos es una cuestión cultural, por eso, cada tanto, ningún mal nos hace cuestionarnos por qué escondemos tanta cosa. 

 

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